¿Y ahora qué? (primera parte)

No creo que podamos tener logros profundos o duraderos mediante la fuerza, ya sea a favor o en contra de las leyes actuales. No tenemos ni suficientes tanques, ni municiones ni financiamiento para dominar el cetro que maneja al mundo. ¿Y qué pasa si el fin no está a la altura de los medios y los medios cambian el fin? No sería una mala noticia para la inquisición solamente, sino para todos quienes quieren corregir el mundo de acuerdo a sus propias conveniencias.

Si en algo creo, es en que podemos cambiar la cultura de la que somos parte y que si logramos cambiarla, le seguirán el paso las otras cosas. Me refiero a lo político, lo económico y lo social.

Para no ser corregido por los voceros del paraíso, debería agregar que no creo en la revolución vegana ni en un cambio permanente; pero creo en la posibilidad de un mundo mejor que este, en el que hoy mendigamos o nos mordemos o solo nos quedamos esperando que algún día llegue la suerte.

El humano es un animal

Una de las cosas que considero un obstáculo es el hecho de que hacemos una diferencia entre el humano y el animal y por ende dividimos al humano de todos los otros animales. Me suena igual de estúpido como decir manzanas y frutas, porque al igual que una manzana es una fruta, el humano es una especie animal. Simplemente un animal. Huesos, carne, grasa y energía que lo hace vivo. No veo en esto nada degradante o agravante, pero conozco a muchas personas que sí lo ven así y muy difícilmente se desharán de su exclusividad y unicidad dentro de los seres vivos.

Dicen que el humano es muy diferente al animal. No pueden comparar a un humano con una rata o con una vaca. Pues sí, puedo. Este concepto - animal - es bastante extenso como para albergar a los alguaciles, los humanos, los delfines y los elefantes. Y a las ratas y las vacas también. Estamos metidos dentro de este concepto basados en las cosas que tenemos en común; las cuales no cuestionan las diferencias. Un delfín no es un alguacil, una rata no es una vaca ni humano es un elefante. Pero todos somos animales. Si se dan cuenta de esta pequeña particularidad, se les abren los ojos a un universo totalmente diferente.

A mi nombre puedo decir que estoy aprendiendo.

Así como algunos se idealizan en la exclusividad del humano, otro idealizan y mistifican a los otros animales. Escucho a menudo que los otros animales pueden presentir la maldad del humano. Una chica me lo aseguraba sobre los perros. Pero conozco mucha gente que fue mordida por perros y muchos perros que aman a su señor incluso cuando esa persona es cruel y hiere todo lo que se cruza en su camino. Incluso los perros en los laboratorios pueden amar a los humanos que hacen experimentos en su cuerpo y le van a lamer la mano y la cara, al igual que un cerdo se puede enamorar de su matarife. (A fin de cuentas, los humanos también lamen la cara y las manos de quienes experimentan con ellos o las de sus matarifes. Solo un añadido sobre la política, la religión y los negocios).

A veces me encuentro con alguien que tiene una camiseta en la que tiene escrito que los animales no consumen drogas o no empiezan guerras. No es verdad. Incluso otros animales diferentes al humano empiezan guerras. Dentro y fuera de su especie. Las hormigas contra otras hormigas o contra las termitas; algunas especies de ranas tropicales; las ratas y los ratones, en las que las ratas estudian bien el terreno, destruyen las fuentes de alimento del adversario, organizan ataques en masa y esto hasta a la retaguardia del enemigo y liquidan inmediatamente a todos los ratones en el campo de batalla.

Ni siquiera el consumo de drogas es algo exclusivo al humano. Las vacas, los caballos, las ardillas; usan hongos repetidamente. Los babuinos se dan con líber extra maduro, después del cual renguean borrachos, se gritan y mantienen orgías sexuales. Las hormigas domesticaron un tipo de insecto, que produce una sustancia que tiene cualidades narcóticas y las hormigas muchas veces se ponen tanto que abandonan el cuidado de su propia descendencia. Uno de los posibles finales es que los otros animales también pueden hacer cosas contra su propio bien, al igual que el humano, y que no los guía solo el instinto de supervivencia.

La estupidez, la maldad, los celos, la ingenuidad, nada de eso es exclusivo privilegio del humano. Al igual que no lo es el amor, la empatía o la nostalgia.

Sea la exclusividad del humano o la idealización del los otros animales, la conclusión es que divide al humano de los otros animales y la naturaleza como un todo. Estoy convencido de que deberíamos esforzarnos por exactamente lo opuesto. El humano pertenece al grupo animal como uno de ellos y junto a ellos es parte de la naturaleza.

Quiero agregar que, personalmente, no quiero ser cultivado - sino salvaje y no quiero ser domesticado - sino libre.

This entry was posted on Středa, Září 29th, 2010 at 5.15 and is filed under textos. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. Responses are currently closed, but you can trackback from your own site.

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